martes, 23 de mayo de 2017

Mariachis en Cuba



La música de mariachis va seduciendo cada vez más a  las adolescentes cubanas, que no vacilan en elegirlos para amenizar sus fiestas de 15 años, esa fecha  indeleble para las “muchachas en flor”, como las llamara Marcel Proust en una de sus páginas memorables.
Atrás van quedando los valses tradicionales con sus coreografías de rigor: 15 parejas  sometidas, desde meses antes, a largas sesiones de ensayos agotadores, para que todo quedara perfecto el día anhelosamente esperado, con la homenajeada como protagonista.
Pero los mariachis no sólo son preferidos en los festejos de esa edad florida -perpetuada en una galería de fotos que engrosan el álbum de los recuerdos- sino también en los agasajos a las “cumpleañeras”, sin distingo de edades, que aguardan con impaciencia las 12 en punto de la noche para disfrutar, en su onomástico, el regalo preciado de una pequeña caravana de músicos cantándoles las mañanitas en la frontera  de la alta noche y el amanecer.
Son hábiles, a la par, en simular sorpresa ante ese agasajo, sabiamente inducido por ellas o sus familiares  y preparado “secretamente” por sus parejas.
Suman varios los grupos de mariachis en la isla, pero entre todos sobresale el Marichi Juvenil de Cuba, ganador en 2011 del aval de excelencia, por el voto unánime de un jurado experto y riguroso;  un paso imprescindible para integrar el catálogo de la Empresa Adolfo Guzmán, que los respalda.
El promedio de edad de los miembros del conjunto no rebasa los 25 años. Su director, Raydel Iglesias, graduado del Instituto Superior de Arte, mereció el segundo lugar en el Concurso Iberoamericano de Violín José White.
Bajo su diestra batuta, trabajan con fervor 10  músicos seducidos por el género que cultivan: tres violinistas, dos trompetistas, un guitarrista, dos cantantes, uno diestro en la vihuela y otro en  el guitarrón, para muchos el instrumento líder en los mariachis.
Aunque su repertorio está basado en los temas y géneros clásicos también incursionan en la música española, brasileña o norteamericana, pero siempre interpretadas al estilo mariachis. El disfrute de ese género convive, en perfecta armonía, con la salsa, el cha cha cha o la rumba cubana.
 Al grupo lo reclaman no sólo en las fiestas de 15 o las bodas, sino incluso en los funerales, una  costumbre de los años 40 que persiste en la isla, cuando los deudos y amigos tributaban un homenaje póstumo a la persona fallecida escoltando sus restos hasta el cementerio con una orquesta de músicos.



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