La música de mariachis va seduciendo
cada vez más a las adolescentes cubanas,
que no vacilan en elegirlos para amenizar sus fiestas de 15 años, esa fecha indeleble para las “muchachas en flor”, como
las llamara Marcel Proust en una de sus páginas memorables.
Atrás van quedando los valses
tradicionales con sus coreografías de rigor: 15 parejas sometidas, desde meses antes, a largas
sesiones de ensayos agotadores, para que todo quedara perfecto el día
anhelosamente esperado, con la homenajeada como protagonista.
Pero los mariachis no sólo son
preferidos en los festejos de esa edad florida -perpetuada en una galería de
fotos que engrosan el álbum de los recuerdos- sino también en los agasajos a
las “cumpleañeras”, sin distingo de edades, que aguardan con impaciencia las 12
en punto de la noche para disfrutar, en su onomástico, el regalo preciado de
una pequeña caravana de músicos cantándoles las mañanitas en la frontera de la alta noche y el amanecer.
Son hábiles, a la par, en simular sorpresa
ante ese agasajo, sabiamente inducido por ellas o sus familiares y preparado “secretamente” por sus parejas.
Suman varios los grupos de mariachis en
la isla, pero entre todos sobresale el Marichi Juvenil de Cuba, ganador en 2011
del aval de excelencia, por el voto unánime de un jurado experto y riguroso; un paso imprescindible para integrar el
catálogo de la Empresa Adolfo Guzmán, que los respalda.
El promedio de edad de los miembros del
conjunto no rebasa los 25 años. Su director, Raydel Iglesias, graduado del
Instituto Superior de Arte, mereció el segundo lugar en el Concurso
Iberoamericano de Violín José White.
Bajo su diestra batuta, trabajan con
fervor 10 músicos seducidos por el
género que cultivan: tres violinistas, dos trompetistas, un guitarrista, dos
cantantes, uno diestro en la vihuela y otro en el guitarrón, para muchos el instrumento líder
en los mariachis.
Aunque su repertorio está basado en los
temas y géneros clásicos también incursionan en la música española, brasileña o
norteamericana, pero siempre interpretadas al estilo mariachis. El disfrute de
ese género convive, en perfecta armonía, con la salsa, el cha cha cha o la
rumba cubana.
Al grupo lo reclaman no sólo en las fiestas de
15 o las bodas, sino incluso en los funerales, una costumbre de los años 40 que persiste en la
isla, cuando los deudos y amigos tributaban un homenaje póstumo a la persona
fallecida escoltando sus restos hasta el cementerio con una orquesta de
músicos.