Los postres tienen siempre asegurado un sitio de honor en el
menú de los cubanos, a modo de broche de oro que cierra las comidas dejando una sonrisa en los labios y un
regusto de júbilo, un alborozo perdurable en el paladar.
En los días entre semana puede bastar
una tableta de maní adquirida en los puestos ambulantes que menudean en las
calles habaneras o también en la variante de porciones individuales repartidas
entre los comensales para poner punto final
al almuerzo o la cena.
Pero los fines de semana son diferentes
porque hay más tiempo para que las amas de casa, e inclusive alguna que otra
vez sus cónyuges con habilidades culinarias, preparen uno de esos platillos
tradicionales, de larga herencia, legados por las abuelas y disfrutados de una
generación a otra con el mismo placer y gusto que sus antepasados.
En esa herencia preciada figuran el
arroz con leche polvoreado con canela, el dulce de toronjas, el flan de
calabaza, los cascos de guayaba o toronja, el turrón de leche y la harina con dulce -a menudo paladeados con gusto por los
turistas como un grato descubrimiento- o
el boniatillo, uno de los más preciados y apetitosos, cuya receta ponemos a tu
disposición:
Boniatillo borracho (una de sus
variantes)
-Ingredientes: 2 libras de boniato, 2 libras
de azúcar, dos tazas de agua, un cuarto de cucharadita de sal; 2 yemas de huevo;
1 cucharada de mantequilla; media taza
de vino dulce o licor y dos cucharadas del ron cálido de la isla.
-Sancochar los boniatos y, cuando estén casi blandos,
preparar aparte un almíbar con el azúcar, el agua, la cáscara de limón y unas
gotas de su jugo; ponerla al fuego unos cinco minutos, sin revolverla mientras
se mantenga en la hornilla.
-Reducir a puré los boniatos cocidos,
aun calientes, y verter sobre ellos el almíbar, la sal y las yemas de huevo.
Poner esa mezcla al fuego revolviéndola esta vez hasta que espese, y luego
bajarla de la hornilla. Añadirle la mantequilla. Una vez derretida ésta, añadirle el vino dulce y el ron y polvorearla,
si gusta, con canela.
-Después de enfriado el dulce, vaciar
las porciones en pozuelos individuales, en una proporción de ocho raciones. Y a
disfrutar.
El cultivo del boniato, pariente cercano
del camote brasileño, era ya conocido en la Mesoamérica precolombina, según los
historiadores. Lo mismo puede servirse como postre que como vianda, en los almuerzos y comidas
cotidianos; fritos en finas lascas o en tajadas más anchas, de un dorado
fragante, apetitosas, crocantes.
Para redondear, es conocido, también,
por sus probadas propiedades anticancerígenas, sobre todo en el caso de las mujeres (útero y
mamas), según recientes investigaciones realizadas en las postrimerías del aún cercano siglo XX.
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