sábado, 29 de abril de 2017

Cuidados para la piel



El codo, ese engarce  perfecto de huesos y piel, capaz de unir el brazo y el  antebrazo en una fusión armónica, suele ser olvidado a la hora  de aplicar las recetas y trucos de belleza a los que todas somos tan adictas.
La piel  exterior que lo recubre, la epidermis, es más gruesa que la del resto de nuestro cuerpo, y su fin es resguardar  otras dos capas más delgadas -la dermis y la epidermis-, cuya función es garantizar la elasticidad que esa articulación nos regala.


Constantemente expuestos a los roces, al sol y la resequedad -sobre todo en los climas tropicales, como el nuestro-, a lo cual se añade el hábito de apoyarlos en cualquier superficie, por  poco propicia que sea-, la piel externa de los codos se torna áspera, rugosa y suele oscurecerse.
A ello contribuyen también el exceso de keratina, según los expertos, y la ausencia de folículos para producir grasa. En nuestras manos, está remediarlo.
Recomendaciones:
-Hidratarlos diariamente, con preferencia después del baño.
-Aplicar primero, para ello, un exfoliante suave; por ejemplo frotarlos con agua
jabonosa y un cepillo de cerdas más bien blandas.
-Luego aplicarles una mezcla consistente en algún tipo de crema humectante (de almendras, nutritiva o de avena) y una cucharada mediana de azúcar parda. Una vez diluida, esparcirla con movimientos circulares, y mantenerla durante el mayor tiempo posible.
-También puedes beneficiarlos con un masaje suave con aceites esenciales de
oliva, almendras o el usual para bebés.

Dieta... antes de empezar tus vacaciones.



Las dietas para adelgazar siguen de moda, en un vaivén de ida y vuelta que arrastra consigo a un número creciente de adeptos, sin distingos de profesión, edades o sexos, desde la adolescencia hasta los asomos de la vejez.
Unos cuantos kilogramos de más registrados por la balanza encienden las primeras  alarmas y ponen en marcha la búsqueda de métodos eficaces que ayuden a eliminarlos y controlar el peso a costa de algunos sacrificios, argumentan los afectados, pero no demasiados.
 Aunque es difícil conciliar ambas cosas, lo ideal es una dieta que, sin dejar de cubrir la necesidad  calorícas, ayude a recobrar la silueta en un plazo lo más breve y saludable posible.

Claro que hay excepciones.  Hay quienes tienen en contra características que escapan a su voluntad, como confesó Gabriel Márquez en una de sus crónicas. En su caso, dijo, cuando no avanzaba en sus proyectos literarios, comía sin medida. Lo malo era que cuando el ritmo de su escritura avanzaba, también aumentaba su apetito.
Pero estamos hablando ahora de los ciudadanos de a pie, de los miles que cada día nos proponemos empezar una dieta y ser fieles a ella contra viento y marea. Todo sea por recuperar la silueta añorada, arguyen las féminas, aunque no es menos cierto que los hombres, mientras más años cumplen, más jóvenes quieren parecer. Ellos también hacen  dieta.
He aquí una recomendable:
-Tomar una taza de agua tibia al levantarse. Esperar una hora y consumir luego un plátano fruta fresco, en la variedad de manzano o Johnson. Al cabo de 20 minutos, si no ha disminuido la sensación de hambre, comer otro. El plátano aporta energía y sensación de saciedad, un elemento importante.

-A media mañana,  como merienda, una fruta de tu elección  en la cantidad que desees.

-Eliminar en el almuerzo y cena las frituras, salsas y postres, la cerveza  y el vino. Preferir las comidas ligeras, las ensaladas y verduras, el arroz integral. Evitar la sensación de estómago repleto. Eliminar la leche No consumir nada después de las 8:00 p.m.
Si sigues esa dieta de 4 a 6 semanas, puedes perder de 6 a 10 kilogramos de peso, según los nutriólogos. Debes acompañarla de una hora de ejercicios físicos diarios.
Al consumirlo, en las primeras horas del día, el plátano prolonga la sensación de saciedad. Aporta 100 calorías por cada 100 gramos, según los dietistas; 1 gramo de proteínas, 25 gr de hidratos de carbono  de liberación lenta; 3 gr de fibra y menos de un gramo de grasa.  Incorpora, además, vitaminas y minerales, como la A, la B6 y la C; ácido fólico, potasio (420mg), magnesio, sodio 1 mg, 12 gr de azúcar, 5mg de calcio, 0,3 mg de hierro, y agua.





miércoles, 12 de abril de 2017

Pizza... también en Cuba



Hicieron su aparición, casi tímidamente, a mediados de los años  30 del siglo pasado, pero ya en los 50 las pastas italianas habían sentado plaza en Cuba con restoranes en el Vedado y otras zonas habaneras  como Doña Rosina, Montecatini y la Picola Italia, que se preciaban de rendir tributo a ese tipo halagüeño de comidas.


A fines de los 50,  los macarrones ya habían entrado de lleno, incluso, en el menú doméstico, en el interior de la isla,  como un recurso caído del cielo cuando la necesidad imponía ahorrar y, a su vez, sacar el máximo partido al presupuesto doméstico. Lo curioso es que, aderezados sólo con salsa de tomate y cebolla, solían acompañarse de arroz blanco y ensalada de aguacates caídos mansamente de los árboles sembrados en el patio casero.
Algunas amas de casa le añadían un codiciado regalo extra al menú: plátanos maduros fritos.
Las pizzerías y las pizzas comenzaron a ganar popularidad por esa misma fecha, sobre todo en la capital cubana, pero su apogeo emergió, en toda la isla, durante los años 60 –según testimonios de historiadores- con la apertura de pizzerías en las que degustar pizzas adaptadas al gusto cubano, de menor diámetro que las italianas pero  esponjosas y jugosas, enriquecidas con la dosis exacta de queso parmesano y puré de tomate.
Proliferaron  como alternativa alimentaria, en la época en que Estados Unidos apretó el cerco de su bloqueo contra la isla y, asu acogida masiva, contribuyeron los precios  más que asequibles (un peso y 20 centavos en la moneda de la época). Se ofertaban, a la par, suculentos espaguetis y lasañas al estilo criollo.  Una verdadera tentación.
Apadrinada por la población,  la pizza pasó a ser, desde entonces, ese plato rápido, sustancioso y económico, ansiado por todos, casi embriagador como el más selecto de los vinos.
Hoy en todo el territorio cubano y en las barriadas de la capital habanera abundan las pizzerías populares,  donde usted puede satisfacer su apetito antes de llegar a casa o llevar el manjar consigo y degustarlo en familia en el hogar.
Las hay de jamón, de mortadela, de cebolla, de ají pimiento e incluso la variante conocida como Margarita, con un rociado de albahaca y orégano, a voluntad, que les otorga un aroma y un sabor deleitoso, exótico.
En los supermercados estatales son frecuentes las ofertas -a precios asequibles- de bolsas con la masa de harina y levadura  lista para cocinar la pizza familiar,  y también otras con esa masa  dividida en porciones individuales, ideal para las famosas pizzetas, si prefiere esa variante en las meriendas  de fines de semana o  para una comida ligera al atardecer.