domingo, 26 de marzo de 2017

A cuidar la piel del sol de Cuba



Si hay algo que las mujeres temen en todas partes del mundo es la aparición de esas finas arrugas o “patas de gallo”, que circundan como una red el contorno de los ojos -sobre todo sus extremos exteriores-, capaces de enturbiar el fulgor de una mirada, por más seductora que sea, o frenar una sonrisa con tal de no acentuarlas.


Hay quienes las consideran delatoras de la edad, pero no siempre es así. Pueden ser provocadas   por la sequedad de la piel o el hábito de entrecerrar los ojos  con frecuencia para evitar el resplandor del sol -cuando no se llevan gafas protectoras- o no usar los lentes graduados cuando la miopía o el astigmatismo lo exigen. También conspiran a su favor fruncir el ceño o fumar en exceso.
Ese temor reverencial data desde los tiempos más remotos e incluso desde el antiguo Egipto.  Según referencias históricas, hay recetas a las que recurrían Nefertiti y Cleopatra, diestras en preparar pomadas y ungüentos para contrarrestarlas, prevenirlas y evitarlas. También cuidaban de relajar los ojos y evitar la excesiva gestualidad.
Si tenemos en cuenta que la piel del rostro está sostenida por una armazón de 22 músculos en constante movimiento, si parpadeas unos 10 000 veces, con cierta frecuencia, esas finas arruguitas tienden a desarrollarse más.
*Remedios caseros
-Hay trucos de belleza para suavizarlas, como aplicar dos rodajas frías de pepino durante cinco minutos; retirarlas  y aplicar otras frías, si se entibian en ese lapso. Proceder de igual manera con dos rodajas finas de papa.
-Guardar las bolsitas  de té verde en el congelador -una vez consumida la infusión- y aplicarlas sobre los ojos, a modo de mascarilla, hasta que se entibien. Eso contribuirá a relajar, desinflamar y rejuvenecer una zona tan delicada.
-Sumergir en leche dos pequeños trozos de algodón y aplicarlos alrededor de las patas de gallo o sobre los ojos unos 10 minutos. Luego enjuagar abundantemente. No hay que olvidar que La leche contiene ácido glicólico, lo cual contribuye a exfoliar las células muertas y promover la producción de colágeno en la piel.
-El gel de sábila (aloe vera) está considerado uno de los mejores ingredientes naturales para eliminar las patas de gallo. Sus propiedades antioxidantes ayudan a combatir los radicales libres que pueden causar arrugas, además de contener vitaminas y minerales esenciales que ayudan a hidratar, iluminar y tonificar la piel.
-Basta con aplicar unas gotas de aloe alrededor de esa zona para prevenir  y combatir estas indeseables y temidas arrugas. También aplicarles un leve y suave masaje circular con unas gotas de aceite de ricino antes de dormir.





domingo, 12 de marzo de 2017

Cuida tu piel durante tu viaje



 En esta temporada veraniega -que en Cuba dura casi todo el año- las máscaras de belleza son indispensables para contrarrestar los estragos de un sol, que empieza a castigar desde las primeras horas de la mañana y reverbera, en ráfagas casi hirvientes, del mediodía en adelante.
Aunque toda la piel del cuerpo es susceptible de sufrir sus rigores, el rostro es la zona más expuesta a sus daños, pese a las gafas oscuras, pamelas, sombreros de media copa, gorras de amplia visera e incluso lociones y cremas antisolares, que proporcionan alguna protección pero no toda la necesaria. El viento y la humedad ambiental se unen, además, en un coctel de vapor  temerario, cuyos efectos repercuten en la fina textura del cutis y en el cuello.
Desde la época de nuestras abuelas, la miel de abejas es una especie de varita mágica que ayuda a restaurar la tersura y frescura, a controlar la resequedad de esa zona tan sensible. He aquí algunas variantes de  mascarillas fáciles de preparar y efectivas, en estos casos.
-Mezclar una cucharada de miel, una cucharadita de avena y otra de leche y aplicar sobre rostro y cuello -libres previamente de todo residuo de maquillaje-, durante 15 o 20 minutos, en los que debes permanecer en reposo. Retirar la máscara con agua al tiempo.
-Juntar dos cucharadas de miel y un plátano fruta reducido a puré -si es de la variedad manzana, mejor-. Esparcirla sobre toda la superficie ya mencionada y retirarla al cabo de media hora con agua tibia.
-También puedes aplicar la miel sobre y rostro y cuello, sin mezcla alguna, durante 10 o 15 minutos. O combinarla con una cucharada de aloe vera (sábila). Sus efectos suelen ser sorprendentes.
-Otro secreto para liberar el cutis de esas células muertas tan molestas, o someterlo a una limpieza semanal a fondo, es el siguiente: humedecer tu rostro, mojar también tus dedos y cubrirlos de azúcar blanca. Luego practicar con ellos un ligero masaje con movimientos circulares y hacia arriba en la superficie de rostro y  cuello. Enjuagar con agua fría.
-La textura de tu cutis se afinará visiblemente, recobrará su brillo natural, esplendoroso. Verás que vale la pena.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Los almendrones cubanos




Son viejos Chevrolets y Buicks descapotables, con más de medio siglo de existencia. Se les ve desfilar por La Habana remozados, sin ruidos perturbadores, deslizándose por el asfalto en un ir y venir majestuoso, rodando sin contratiempos,  con asientos confortables y una carrocería resplandeciente, recién pintados y decorados al gusto de sus dueños.
  
Han sobrevivido con piezas adaptadas de otros autos más modernos, con motores de tractor o refrigeradores rusos y chinos, y otras adaptaciones nacidas del ingenio criollo.
Antes se concentraban en los alrededores del centro histórico habanero, pero hoy usted los puede encontrar en cualquier calle capitalina, con preferencia en las avenidas G, Paseo y otras que desembocan en el malecón capitalino.

Los turistas los prefieren para recorrer la ciudad, tomar fotos y palpar de cerca la vida cotidiana de los capitalinos, escuchar el murmullo de las conversaciones, disfrutar el fresco de los arboles rumorosos de la ciudad, la música que se filtra desde cualquier casa, los tambores percutientes, el rasgueo de una guitarra.

Con las capotas alzadas, aunque haya un sol reverberante, los visitantes venidos de otras latitudes abordan los viejos autos, sin preocuparse de los hervores de una primavera o verano candentes; disfrutando el milagro de estas reliquias y admirando la paciencia de sus dueños, de los mecánicos que no se resignaron a su deterioro y los fueron rescatando hasta convertirlos en museos rodantes.

Los cubanos los llaman “almendrones”, y es frecuente que alguna vez sus pasajeros sean jóvenes quinceañeras que festejan así esa “edad primaveral, de toso los sueños” o parejas de novios que se trasladan a algún Palacio de los Matrimonios para sellar así, ante notario, una unión, quizás, para toda la vida.