miércoles, 12 de abril de 2017

Pizza... también en Cuba



Hicieron su aparición, casi tímidamente, a mediados de los años  30 del siglo pasado, pero ya en los 50 las pastas italianas habían sentado plaza en Cuba con restoranes en el Vedado y otras zonas habaneras  como Doña Rosina, Montecatini y la Picola Italia, que se preciaban de rendir tributo a ese tipo halagüeño de comidas.


A fines de los 50,  los macarrones ya habían entrado de lleno, incluso, en el menú doméstico, en el interior de la isla,  como un recurso caído del cielo cuando la necesidad imponía ahorrar y, a su vez, sacar el máximo partido al presupuesto doméstico. Lo curioso es que, aderezados sólo con salsa de tomate y cebolla, solían acompañarse de arroz blanco y ensalada de aguacates caídos mansamente de los árboles sembrados en el patio casero.
Algunas amas de casa le añadían un codiciado regalo extra al menú: plátanos maduros fritos.
Las pizzerías y las pizzas comenzaron a ganar popularidad por esa misma fecha, sobre todo en la capital cubana, pero su apogeo emergió, en toda la isla, durante los años 60 –según testimonios de historiadores- con la apertura de pizzerías en las que degustar pizzas adaptadas al gusto cubano, de menor diámetro que las italianas pero  esponjosas y jugosas, enriquecidas con la dosis exacta de queso parmesano y puré de tomate.
Proliferaron  como alternativa alimentaria, en la época en que Estados Unidos apretó el cerco de su bloqueo contra la isla y, asu acogida masiva, contribuyeron los precios  más que asequibles (un peso y 20 centavos en la moneda de la época). Se ofertaban, a la par, suculentos espaguetis y lasañas al estilo criollo.  Una verdadera tentación.
Apadrinada por la población,  la pizza pasó a ser, desde entonces, ese plato rápido, sustancioso y económico, ansiado por todos, casi embriagador como el más selecto de los vinos.
Hoy en todo el territorio cubano y en las barriadas de la capital habanera abundan las pizzerías populares,  donde usted puede satisfacer su apetito antes de llegar a casa o llevar el manjar consigo y degustarlo en familia en el hogar.
Las hay de jamón, de mortadela, de cebolla, de ají pimiento e incluso la variante conocida como Margarita, con un rociado de albahaca y orégano, a voluntad, que les otorga un aroma y un sabor deleitoso, exótico.
En los supermercados estatales son frecuentes las ofertas -a precios asequibles- de bolsas con la masa de harina y levadura  lista para cocinar la pizza familiar,  y también otras con esa masa  dividida en porciones individuales, ideal para las famosas pizzetas, si prefiere esa variante en las meriendas  de fines de semana o  para una comida ligera al atardecer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario