miércoles, 8 de marzo de 2017

El sombrero en Cuba




 Más allá de la moda, los sombreros reaparecen en Cuba por mandato de un sol que los amantes de la exageración equiparan a una lluvia de vidrio líquido.
Lo cierto es que los médicos también recomiendan su uso para prevenir daños mayores en la piel, y en especial esas manchas indeseables que dejan una huella indeleble en brazos y rostros aún de las personas más jóvenes -desde los rubios hasta los más morenos-, muy difíciles de eliminar, tenaces.
Claro que la moda también influye, popularizada por los cantantes ataviados con sombreros tipo borsalino -que puso en boga Michael Jackson-, de copa mediana, ligeramente aplanada en los costados, adornados con una cinta a medias ancha, casi siempre negra, atada a la parte inferior de la copa rematada por un ala plana, levemente alzada al frente o los lados.
El borsalino comenzó a utilizarse en Cuba a mediados del siglo XX y era un arma de seducción de los donjuanes criollos, quienes se despojaban de él al paso de una muchacha, a modo de reverencia galante, para rendirle tributo, mientras le susurraban un piropo. “vaya bien, reina, apiádes de de mi un poco”.
Con este modelo coexistía el sombrero panameño, flexible, blanco, trenzado con fibras de palma -el famoso jipijapa-, hoy en boga en el mundo entero por obra y gracia de actores como Johnny Depp, Brad Pitt, Justin Timberlake y el cantante mexicano Luis Miguel.
No obstante, a los sombreros les ganan en Cuba las gorras y boinas favorecidas por los adolescentes y jóvenes, las pamelas usadas indistintamente por hombres y mujeres, los pañuelos atados en la cabeza, de mil modos diferentes. O los sombreros al estilo del cantante cubano Decemer Bueno, muy apreciados en la isla. También las mujeres los llevan.
Pero el sombrero emblemático de los cubanos, que hoy se pasea por  todo el orbe, es el de yarey, que acompañaba a los mambises durante las guerras de independencia de España; de larga herencia campesina, airoso, ideal para soportar los vapores inclementes del trópico; leve, fresco, con un insustituible toque de gracia.



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